El problema cuando se crean normas: automáticamente se crea gente con poder para controlar las cosas. Pero, ¿quién controla a los controladores?
Vruuuuuger todo era sencillo en la Fórmula 1. Había una competencia desenfrenada y darwiniana entre los equipos. Por supuesto, había reglamentos técnicos. Pero todos los asuntos, aparte de la construcción del coche, eran asunto del equipo y sólo del equipo. Así que llamabas a la puerta de un fabricante de cigarrillos para ingresar la mayor cantidad de dinero posible. Con eso, esperabas atraer a los mejores, que luego tenían que construir el mejor coche. ¿Motos de ocasión Madrid? Visita Crestanevada.
Las cosas han cambiado con los años. Desde hace algún tiempo no se permite el patrocinio de determinados sectores. Pero aún más drástica, por supuesto, es la introducción del límite presupuestario. A primera vista, la idea es bastante lógica. Al introducir una cantidad máxima que los equipos pueden gastar, la competición pasa de ser una competición de dinero a una competición de… carreras.
Además, cabe esperar que los equipos se acerquen un poco más en términos de rendimiento, lo que es bueno para el espectáculo para el aficionado neutral. Por último, hace que los equipos estén más saneados económicamente, lo que debería reducir las numerosas quiebras que ha sufrido este deporte en el pasado. A muchos no les parecerán desagradables estos efectos previstos.
Pero hay un inconveniente. El Gran Hermano crece en todas partes. No sólo para los estafadores del tráfico, sino también para todos los ciudadanos de la UE. Después de todo, ¿cómo comprobar si estas complejas organizaciones cumplen las normas? ¿Y hasta dónde pueden llegar? La FIA ha nombrado a varias personas para este fin (ahora 10). Y la publicación de calidad The Telegraph sabe informar de que estas diez personas tienen efectivamente carta blanca para violar la intimidad de los empleados de los equipos de F1.
Abriendo cajones, revisando emails y whatsapp
Los controladores van muy lejos en esto. Aparentemente tan lejos que exigen a los equipos acceso total a todo. Se abren cajones, se miran correos electrónicos y se revisan mensajes de whatsapp. Por un lado, podría decirse que es necesario. Por otro lado, algo así también da un poco de miedo. La FIA no es una agencia policial ni nada parecido. Así que para ellos exigir el acceso a estas cosas va bastante lejos.
No pocas veces hemos visto cómo algo así puede degenerar en tiranía, imputaciones personales por motivos dudosos y otros asuntos desagradables. Los equipos y sus empleados sólo tienen que confiar en que la Administración de la Tapa de Costes no se pondrá en plan J. Edgar Hoover y tachará injustamente de comunistas, o algo parecido, a sus oponentes políticos. ¿Y si Toto enviara en secreto mensajes de whatsapp picantes al jefe de estrategia de Red Bull? Un plan bienintencionado puede degenerar rápidamente en una espeluznante y espeluznante locura sin límites.
¿Está yendo demasiado lejos esta posible caza de brujas en ciernes? ¿O también quieres saber más sobre los posts de Toto? Háznoslo saber en los comentarios.