Con el último cambio de modelo, Mazda ha dotado a su crossover más pequeño de más potencia. Gracias a las últimas revisiones internas del motor, pero también a la mayor cilindrada, ahora de 1,8 litros, hay más potencia en el único motor diésel del Mazda CX-3 sin necesidad de un catalizador SCR adicional y, por tanto, también sin AdBlue. Un primer informe de conducción del Mazda CX-3 Skyactiv-D 115 AWD. ¿Vives en Madrid y buscas un buen coche de ocasión? En el concesionario Crestanevada de coches de segunda mano en Madrid, encontrarás el coche de tus sueños al mejor precio.
Quienes opten por el turbodiésel del Mazda CX-3 en lugar del motor de gasolina típico de un crossover pueden elegir entre tres opciones de tracción. Desde la tracción delantera y cambio manual, pasando por la tracción delantera con cambio automático de 6 velocidades o la versión superior con tracción total y cambio manual. En retrospectiva, se puede decir que la automática de 6 velocidades es quizás la mejor opción después de todo. Desgraciadamente, la transmisión manual de 6 velocidades del Mazda CX-3 no tiene el carácter del MX-5. Es más bien lenta, a veces rígida y, en general, no da muchas alegrías.
Sin embargo, gracias al elevado par motor de 270 Nm, no es necesario levantar la palanca de cambios con demasiada frecuencia. El turbodiésel de 1,8 litros se puede conducir a revoluciones extremadamente bajas y sigue deleitando un poco con el viejo «turbo lag». En otras palabras, su potencia no aumenta de forma lineal, sino de forma extremadamente emocional. Apenas pasa nada desde las revoluciones bajas hasta que da un salto deportivo por debajo de las 2.000 revoluciones. Hacía tiempo que un diesel no era tan entretenido.
Este último, a su vez, no es tan suave y silencioso como, por ejemplo, el gran turbodiésel de 2,2 litros de Mazda. También retumba más en el interior debido al uso de menos material aislante. En lo que sí gana puntos, aparte de no tener boca de llenado de AdBlue, es en su bajo consumo en las pruebas. De media, basta con entre 5 y 5,5 litros a los 100 kilómetros, que en algunos casos es incluso menos de lo especificado en el ciclo WLTP. Más información en nuestro reportaje de conducción en vídeo.